domingo, 19 de noviembre de 2006

Lobby, gracias a Dios




La gran profesión que detentan quienes acceden al poder, desde sus distintas esferas, es el lobby. En Chile cada vez son más quienes, rentabilizando la posición y los contactos que han alcanzado, merced a sus méritos o a palmotazos en la espalda, "gestionan" ciertos contactos con ciertos personajes para impulsar cierto proyecto, financiar cierta idea o conseguir cierto puesto vacante. Lo cierto es que no lo hacen gratis.

Pensando en aquello a raíz de que conocí lo que los gringos llaman algo así como "pago por contacto", que no es más que ofrecer dinero a un empleado bien colocado o a un gerente, para que desde dentro de una empresa dé un dato del cual pueda surgir un gran negocio, obviamente, con la empresa a la cual pertenece el que está pagando.

Estaba en ese proceso de onanismo mental, cuando cayó a mis manos una "oración de San Expedito, el santo de las causas difíciles". Estaba en un papel fotocopiado y abajo tenía una advertencia, casi como si fuera un instrumento que bajo ciertas condiciones deja de funcionar: "oración para ser usada dentro del templo parroquial". Como yo no estaba bajo el techo de ningún templo, entendí que no era pecado leerla entre líneas.

Y ahí volvió el tema del lobby. Toda la oración consistía en suplicarle a San Expedito que "intercediera" ante Dios Todopoderoso para que el favor que el creyente pedía, se cumpliera. Es decir, San Expedito convertido en un "lobbysta" (qué fea palabra) más.

Para cerrar el tema, al término del día me vi forzado a entrar a una iglesia católica, ya que se casaba allí una compañera de trabajo. Otra vez me calzó el asunto del lobby: "No se llega al padre sino a través del hijo", sermoneaba el sacerdote aludiendo a Dios y a Jesucristo.

Bendito lobby.